Naranjas y Limones: el personaje
¿Cómo mirar el mundo en que vivimos? Cada uno lo pinta desde su óptica personal, cada quién decide cómo quiere mirarlo. Ante una misma situación todos organizamos nuestra paleta de modos distintos, elegimos colores diferentes y los trazos aunque a veces se parecen mucho, son únicos e irrepetibles. La vida es nuestro cuadro y a cada quien le toca la tarea diaria de pintarlo.
Esta semana que recién pasó me tocó observar tres cuadros: uno tras otro, sin previo aviso, sin tiempo casi para respirar y prepararme para mirar el que seguía. Los tres fueron de mujeres. Los colores intensos de emociones repentinas y de otras contenidas se repitieron una y otra vez. Es imposible a veces quedarse sólo como mero observador y casi sin darme cuenta, de pronto formaba parte de lo que otra estaba pintando.
Algunos piensan que “el agitado juego de la vida no tiene espacio para el recuerdo ni para la reflexión, tiene de sobra consigo mismo”; pero yo considero que cuando pintamos nuestros lienzos cada quien diseña, traza y colorea al tiempo que se toma tiempos breves, al menos, para dar una mirada a lo que pinta. No se trata de mezclar sin sentido o el resultado sea quizá un color absurdo y gris.
Naranjas y limones, es nuestra propuesta de retrato, trata de buscar un poco esa reflexión sobre la vida y sobre la muerte, sobre “este gran cuento en el que vivimos y del que cada uno sólo podrá disfrutar un breve tiempo”. Es un poco desnudar los sentimientos y retratarlos, como las mujeres enigmáticas de los cuadros de Romero de Torres. Pero no sólo aquellos ácidos y tristes, si no por encima de todo, los que nos recuerdan el olor a azahar y el jugo dulce de una naranja, que son los que hacen, de alguna manera, que vivir el cuento valga la pena.
Esta historia es de 7 mujeres que son una sola. Siete personajes que dan vida a una pintora, la cual a través de sus cuadros nos cuenta lo que le acontece, se autorretrata y obliga a quien la observe a fijarse en lo que nunca ponemos atención, por ejemplo: algo tan trivial y cotidiano como las naranjas y los limones. Una pintora que intenta sumergirnos en el asombro, en los pequeños milagros cotidianos, con el empleo del color materializado en la luz y en el vestuario. Que recuerda, que reflexiona, que llora, que de alguna manera se desviste para llenarse de esperanza.
Nada mejor que los tacones flamencos para trabajar toda esta paleta de color donde se mezclan muchos sentimientos encontrados, algunos sumamente dolorosos como la pérdida y la muerte. Hoy cuando logro retirarme un poco del lienzo para poder observar con detenimiento en mi cabeza los tres cuadros, las tres mujeres, las tres historias de las que de alguna manera formé parte la semana anterior, me pregunto qué contestarían esas tres mujeres si hubieran sabido de antemano el cuadro que les tocaría pintar, el cuento que tendrían que contar…hubieran aceptado?
A 4 semanas, en proceso de interiorizar el personaje!
Nota: citas de “La Joven de las Naranjas” de Jostein Gaarder
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